Al día siguiente de volver de Aínsa, y aprovechando un lunes festivo (sólo para algunos...), nos acercamos a descender este gran clásico de los Pirineos Orientales franceses por quinta o sexta vez. Contábamos con encontrar un buen caudal, gracias a las lluvias de esta temporada, y con disfrutar del descenso sin aglomeraciones, por ser lunes.

Siguiendo la carretera que lleva de Perpignan a Prades, lo mejor es acceder desde Villerach, aunque también puede llegarse desde Estoher. Por cualquiera de esos dos caminos se sigue una pista que conduce a un parking señalizado. Desde allí, en menos de media hora nos plantamos en el cauce y su primer salto.
Como se ve arriba, tras el primer salto (arriba izquierda) y un tobogán enseguida llega uno de los puntos fuertes del descenso: un tobogán de unos 10 metros, completamente vertical (arriba derecha). Ayer había instalada una cuerda fija que ayuda a colocarse correctamente. Luego sólo hay que dejarse caer y la gravedad hace el resto... El que no lo vea claro, siempre puede rapelar desde la instalación de la derecha hidrográfica.
Tras esto, un salto de 8 metros y un par de toboganes nos llevan al rompetibias, un resalte que a primera vista parece un tobogán, pero que en su recepción esconde un afilado bloque de piedra que hace honor a su nombre. Está señalizado (foto izda.), y se evita por la izquierda. Tras él, unos resaltes.
Luego vienen un par de saltos encadenados, y el plato fuerte, la famosa lanzadera: un tobogán de aproximadamente 11 metros con final volado, en el que es importante colocarse bien para una buena recepción.
Después, un tobogán en ese nos conduce al único rápel obligatorio del descenso.
Más información
De este descenso existe abundantísima información, tanto bibliográfica como en internet. Lo más rápido, consultar su reseña en Cañones y Barrancos.
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