Suiza, 28 de octubre. Llegado el último día de
barrancos de nuestro viaje, nos levantamos con determinación. El objetivo a
afrontar no podía ser más espectacular y temible a la vez: Segnes.
Por desgracia, una vez en
el lugar de inicio de la aproximación torcimos el gesto. Unas temperaturas
demasiado altas, demasiado temprano y con un cielo demasiado azul, pueden
parecer las condiciones perfectas... pero no lo son. Porque el Segnes es
demasiado estrecho, demasiado largo y tiene demasiada nieve que fundirse en su
glaciar. Demasiado peligroso. Nos vimos obligados a
buscar una alternativa, y después del tiempo perdido, y por proximidad, optamos
por su vecino Flem. Hablamos del río principal del Segnes, con una cuenca mucho mayor pero, sin embargo, más asequible. Algo contradictorio...
Ojo, ¡no es mal
barranco! De hecho, es uno de los barrancos glaciares mejor valorados y se le
considera un descenso impresindible. Contribuyen a ello su longitud, con
actualmente cinco tramos equipados; sus formas, esculpidas y retorcidas como es
habitual en la zona; y un carácter acuático, con saltos y badinas que nadar,
que no tienen otros descensos (y que la verdad, con estas temperaturas del aire
y del agua, no se echan mucho en falta...).
Así pues, cambiamos uno de los descensos más difíciles de la zona por un barranco que, en las condiciones que tenía en esas fechas, era poco más que un juguete. No obstante, no debe caerse en el error de infravalorarlo: el Flem es un gran colector, un cañón largo con dieciocho kilómetros cuadrados de cuenca y un glaciar en cabecera que, además, recoge las aguas del Segnes, situado poco más arriba. Por todo ello, el Flem se mantiene inabordable la mayor parte del año, y hay que esperar a octubre o noviembre para adentrarse en él. Si lo hacemos demasiado pronto, con más agua de la recomendable, podemos pasar serios apuros.
De sus cinco tramos escogimos los dos primeros, los más interesantes. El primero es breve, y en condiciones de caudal normal se desciende rápido. Los resaltes y las cascadas cortas se suceden una tras otra, veremos algunos puentes de roca y también superaremos un sifón obligado, pero amplio. Antes de llegar al puente que marca el final del tramo, sólo encontraremos un rápel por el activo.
Así pues, cambiamos uno de los descensos más difíciles de la zona por un barranco que, en las condiciones que tenía en esas fechas, era poco más que un juguete. No obstante, no debe caerse en el error de infravalorarlo: el Flem es un gran colector, un cañón largo con dieciocho kilómetros cuadrados de cuenca y un glaciar en cabecera que, además, recoge las aguas del Segnes, situado poco más arriba. Por todo ello, el Flem se mantiene inabordable la mayor parte del año, y hay que esperar a octubre o noviembre para adentrarse en él. Si lo hacemos demasiado pronto, con más agua de la recomendable, podemos pasar serios apuros.
De sus cinco tramos escogimos los dos primeros, los más interesantes. El primero es breve, y en condiciones de caudal normal se desciende rápido. Los resaltes y las cascadas cortas se suceden una tras otra, veremos algunos puentes de roca y también superaremos un sifón obligado, pero amplio. Antes de llegar al puente que marca el final del tramo, sólo encontraremos un rápel por el activo.
rápel por el activo en el primer tramo, corto pero intenso |
un puente de roca, en el inicio del segundo tramo |
El segundo tramo mantiene la intensidad del primero, pero se encaja algo más y gana un poco de verticalidad. Aguas abajo del puente, después de un par de rápeles el cauce se encaja entre paredes que nunca llegan a ser demasiado altas, pero que dan ambiente y forman pasillos esculpidos de esa forma caprichosa tan característica de estas tierras. Algunos pasos son realmente estrechos y te hacen pensar en esos momentos en los que el barranco lleva el doble de caudal.
rápel de 15 metros, el más alto del descenso |
acceso a una badina larga y fría |
uno de esos pasillos acuáticos y retorcidos |
todos los rápeles son cortos |
A lo largo del recorrido, las paredes bajan y se escalonan lo suficiente como para poder abandonar el descenso en varias ocasiones. También permiten que los curiosos, desde alguna que otra pasarela, te saquen fotos y curioseen mientras evolucionas en el fondo.
Encarando ya la recta final del tramo, encontraremos varios sifones. Quizá el más peligroso sea la poza perforada en su base que encontraremos en el último paso del descenso, aunque tiene anclajes para evitarla montando un pasamanos o rapelando. Una vez más, a buen seguro que la dificultad será notablemente más alta con un caudal elevado.
granito blanco, formas curiosas y juegos de luces |
a punto de superar la marmita sifonada, el paso final |
Superada esa poza, no hay más. Otro clásico al zurrón.
Datos de interés
Fecha del descenso: 28/10/2016
Dificultad: v4 a5 IV
Acceso desde: Flims Dorf (Grisones)
Aproximación: Igual que
en el caso del Ual Ault Vorab, el Segnes y otros descensos de la zona, la
circulación en vehículo a motor por las pistas que acceden a las proximidades
de los barrancos está prohibida. Por ello, no queda otra opción (legal) que
tomar el telesilla de las pistas de esquí que, desde Flims, sube a Foppa y Alp
Naraus, y que tiene pinta de resultar caro para los bolsillos españoles. Una
vez en Alp Naraus, hay que seguir una pista en dirección oeste durante 25
minutos, tiempo en el que llegaremos a un puente bajo el que empieza el tramo
II. Para bajar el primer tramo, antes del puente tomaremos una senda que
remonta el barranco por la orilla izquierda orográfica y accederemos al cauce
en cinco minutos más.
Descenso: Cuatro horas
según reseña para los tramos I y II. A nosotros, en condiciones de caudal
normal, nos debió llevó apenas unas dos horas.
Retorno: Pasada la poza
sifonante, saldremos por la derecha a un puente, que cruzaremos para seguir,
por la orilla izquierda, una senda que nos sacará a la pista que lleva a
Startgels y al telesilla de Foppa en unos 30 minutos. La gente normal cogerá
aquí el remonte y bajará con él hasta el coche, pero nosotros seguimos a pie,
pista abajo.
Rápel más largo: 15 m
Material: cuerdas 2 x 15 m, neopreno completo y guantes, todo ello en buen estado. El barranco es muy acuático y el agua está muy fría.
Observaciones: Pese a que no debíamos ser los primeros de la temporada, en una de las reuniones encontramos su único parabolt desnudo, sin chapa. En esta zona, llevad siempre un mínimo de material de instalación (nosotros lo llevábamos y solventamos el incidente sin problemas).
Lo mejor: Entretenido, estético y acuático.
Lo peor: como en el Ual Ault Vorab, la poca profundidad de buena parte
del barranco hace que la sensación de compromiso sea muy baja.
Valoración personal (de 0 a 4): 3,2
Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero
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