- ¡Lástima que no podáis quedaros más días! Si pudiera, ¡me quedaría una semana más barranqueando! - dijo Javi al principio del que era su primer viaje a la Suiza glaciar.
- Sí, sí... Dentro de cuatro días volvemos a hablar del tema, a ver si te estarías quince días seguidos haciendo barrancos aquí. - respondí yo.
Y es que la experiencia es un grado. Las temperaturas fueron bajando gradualmente, y al cuarto día de actividad amanecimos con la furgoneta -y todo lo que había fuera de ella- congelado. Javi había dejado su neopreno tendido en el exterior toda la noche, de manera que ahora estaba helado, acartonado. Sus ganas de barranquear también se habían ido acartonando con el paso de los días y ya le empezaba a costar. ¡A él y al resto! El frío empezaba a hacer mella, pero había que hacer un último esfuerzo. Bajamos a Champéry y mientras el neopreno se descongelaba frente al radiador nos tomamos un café. O dos.
hielo y nieve en el inicio del descenso |
La primera mitad del descenso atraviesa la zona conocida como Le Roc Coupé (la roca cortada). Es una joya, un bonito espectáculo... pero nada es eterno. Pasado el rápel de 25 metros las paredes se separan y el descenso, que hasta ese momento es tremendamente deportivo, se toma un tiempo muerto. Ciento cincuenta metros de caminata y destrepes por cauce abierto conducen a una nueva sección de rápeles que ya no será como la anterior. Varios rápeles de entre cuatro y diez metros, en un entorno algo caótico, llevan hasta la última cascada. Un rápel de veinte metros y una badina enronada ponen el broche a un descenso con un inicio impresionante. ¡Lástima que no sea así hasta el final!
el pasamanos colgado del segundo rápel |
rápel estrecho, caudal concentrado y tronco esperando |
pasillo estrecho |
rápel de veinte metros con el que acaba el descenso |
Finalizado el descenso, recogido el material y cargada la furgoneta, volvimos al bar en el que habíamos empezado el día para recuperar fuerzas tomando algo caliente.
- En Barcelona había mucho... mucho de todo. - Dijo la camarera mientras esbozaba una sonrisa y miraba para otro lado. La mujer, portuguesa, nos explicó que había vivido en la Costa del Sol, en Barcelona, en Suiza y no sé cuántos sitios más. Nos hizo un retrato de los suizos que no repetiré para que no pierda el trabajo. La señora, que tenía más mili que el palo de la bandera, hablaba con socarronería, pero en sus palabras se adivinaba un cierto poso de amargura.
Es curioso: en todos estos viajes a Suiza -y ya van unos cuantos- las personas más interesantes con las que me he cruzado siempre han sido emigrantes: gente de paso o forasteros que han acabado instalándose allí, piezas que no encajan del todo bien y que parecen alegrarse cuando se cruzan con alguien del sur con quien poder hablar.
Es curioso: en todos estos viajes a Suiza -y ya van unos cuantos- las personas más interesantes con las que me he cruzado siempre han sido emigrantes: gente de paso o forasteros que han acabado instalándose allí, piezas que no encajan del todo bien y que parecen alegrarse cuando se cruzan con alguien del sur con quien poder hablar.
El paisaje humano es muchas veces más interesante que el físico.
Fecha del descenso: 18/11/2018
Dificultad: v5 a5 V
Acceso desde: Champéry (Valais, Suiza)
Aproximación: Desde Champéry seguiremos carretera arriba, cruzaremos un pequeño puente sobre el río principal del valle y trescientos metros más allá encontraremos otro puente, esta vez sobre el río Saufla. Justo después de cruzarlo torceremos a la izquierda y seguiremos paralelos al río. Cuando la carretera empiece a trazar una curva hacia la derecha, alejándose del cauce, torceremos a la izquierda por una pista y la seguiremos hasta llegar a un nuevo puente. Aquí aparcaremos.
Una vez a pie, tomaremos un sendero que asciende por la izquierda orográfica del río. Tras unos minutos de marcha, cruzaremos por un puente a la otra orilla, y ascenderemos fuertemente por un camino tallado en la roca. Avanzaremos rodeados de bosque hasta alcanzar unos prados inclinados, desde los que puede verse al fondo la cascada de Saufla, de cincuenta metros, en la que finaliza la parte superior. Al fondo de los prados, y hacia la derecha, tomaremos un sendero menos marcado por el que alcanzaremos el cauce en diez minutos. Tiempo total de acceso, una hora.
Una vez a pie, tomaremos un sendero que asciende por la izquierda orográfica del río. Tras unos minutos de marcha, cruzaremos por un puente a la otra orilla, y ascenderemos fuertemente por un camino tallado en la roca. Avanzaremos rodeados de bosque hasta alcanzar unos prados inclinados, desde los que puede verse al fondo la cascada de Saufla, de cincuenta metros, en la que finaliza la parte superior. Al fondo de los prados, y hacia la derecha, tomaremos un sendero menos marcado por el que alcanzaremos el cauce en diez minutos. Tiempo total de acceso, una hora.
Descenso: 3 horas según reseña.
Retorno: Después del último rápel, saldremos del cauce por la derecha y tomaremos un sendero que nos devolverá al camino de aproximación y al puente en el que dejamos el coche en aproximadamente 10 minutos.
Rápel más largo: 25 m
Material: cuerdas 2 x 25 m, neopreno completo.
Observaciones: Algunos rápeles son bastante estrechos y canalizados. Atención, por tanto, al caudal.
Lo mejor: una primera mitad caudalosa, formada y con mucho ambiente.
Lo peor: una segunda mitad abierta, rota y menos interesante.
Valoración personal (de 0 a 4): 3'2