Al día siguiente de descender el Schwarzbach amaneció lloviendo. No era una sorpresa, ya que la previsión meteorológica así lo indicaba, aunque esperábamos haber tenido, por lo menos, la mañana disponible. Visto lo visto, decidimos trasladarnos al cantón de Grisones y seguir allí con nuestros planes, aunque antes pasamos por el trámite ya tradicional de ser identificados por una patrulla de la policía cantonal, a requerimiento de un vecino (los suizos son gente de orden, y al parecer dos coches con matrícula española, por definición, son sospechosos). Solventado el trámite sin mayores problemas dejamos atrás primero Kandersteg, luego el barranco de Rosenlaui - que iba demasiado fuerte por las lluvias - y finalmente llegamos a Flims.
la aproximación |
En realidad, casi estamos hablando de una zanja en el suelo. Durante la aproximación, recorriendo unos prados alpinos algo irregulares y salpicados de instalaciones de las pistas de esquí, no hay vaguada evidente a la que dirigirse. Y al llegar al cauce, es difícil no poner cara de incredulidad: el barranco es una grieta estrecha, de apenas un par de metros de ancho o menos en su parte superior, que recorre el terreno como si la tierra se hubiera abierto de golpe. Sin duda es algo atípico, poco habitual, y lo comprobaremos en cuanto nos adentremos en sus entrañas.
Nadie lo diría, pero esta grieta es el inicio del descenso. Uno podría caerse al interior sin darse cuenta. |
Una vez dentro, tendremos que serpentear por pasillos y resaltes estrechos y retorcidos, repletos de aristas y puentes de roca. La mochila es un estorbo y nos la tendremos que quitar en muchos pasos, en los que además tendremos que progresar de lado para poder pasar. El ambiente sería claustrofóbico si no fuera porque las paredes, muchas veces, apenas miden tres o cuatro metros de alto, y la sensación de que se puede abandonar en cualquier momento es permanente. A ello también contribuye el hecho de que la primera parte está formada por varios estrechos que se alternan con tramos abiertos, por lo que incluso podremos saltarnos alguno cuando nos cansemos de las estrecheces.
en la parte superior hay algún que otro pequeño rápel |
los bloques empotrados también forman zonas oscuras |
un pasillo recto, algo extraño en este descenso... |
...en el que lo normal son las aristas y los recovecos |
Estrechísimo paso para saltar a una marmita perforada. El barranco está lleno de rincones retorcidos como este. |
salida de uno de los estrechos del primer tramo |
La segunda parte mantiene la estrechez, pero a diferencia de la primera, gana en verticalidad y se mantiene cerrada hasta el final, cosa que aumenta el compromiso y también el interés. Aquí es donde, por fin, usaremos las cuerdas largas que dejamos escondidas durante la aproximación. El final está aparentemente cerca, pero hay muchos más rápeles de los que parece entre el punto en el que dejamos las cuerdas y la confluencia con el Ual Draus, el río principal en el que acabaremos nuestro descenso. El más importante de ellos tiene cuarenta y cinco metros y sale a terreno abierto, permitiéndonos disfrutar del entorno sin dificultades técnicas. Lástima de las torres, los cañones y las casetas de las pistas: sin ellas, el entorno sería mucho más salvaje y solitario.
el segundo tramo mantiene las aristas del primero... |
...y también las estrecheces |
Cabecera del rápel más largo, de 45 metros. El terreno... |
...parece abierto, pero nos quedan varios rápeles aún. |
Es probable que, cuando pensamos en barrancos glaciares, no nos estemos refiriendo a barrancos como este. Sin embargo, estamos ante un descenso peculiar que merece una visita. Eso sí, mejor en julio o agosto...
secando el material en Alp Nagens, mientras disfrutábamos del sol y la tranquilidad |
Datos de interés
Fecha del descenso: 27/10/2016
Dificultad: v4 a2 III
Acceso desde: Laax (Grisones)
Aproximación: El barranco se encuentra en el interior del dominio esquiable de Laax, y la circulación en vehículo a motor por sus pistas está prohibida. Para acceder al descenso tendremos que dejar nuestro coche en la estación de los remontes mecánicos de Laax, y tomar allí el autobús que sube a Nagens (ojo, no funciona todo el año). Nos bajaremos en Alp Nagens, la penúltima parada, y desde allí seguiremos una pista en dirección oeste, que a los quince minutos pasa ante una construcción, y a los treinta, ante otra. La pista se convierte en sendero, y unos cuarenta minutos más allá, alcanzaremos nuestro barranco. En este punto podemos dejar escondidas las cuerdas largas, que no nos harán falta en la parte superior, y luego seguir remontando el cauce. Encontraremos un sendero que lo cruza, seguiremos subiendo y, al encontrar un segundo sendero, iniciaremos el descenso. Tiempo total, 1h 30 min.
Descenso: 4 h 30 min según reseña.
Retorno: Una vez en el río principal, lo seguiremos cauce abajo hasta llegar a una pasarela de madera. Por ella, saldremos hacia la izquierda y seguiremos las marcas de GR que nos conducirán de nuevo, pasando por las mismas edificaciones que a la ida, hasta Alp Nagens. Tiempo, 45 minutos.
Rápel más largo: 45 m
Material: cuerdas 2 x 50 m para la parte inferior (2 x 10 m para la superior), neopreno
Observaciones: el Ual Ault Vorab se alimenta de la fusión de un pequeño glaciar cercano y nace a más de 2300 metros de altura, pero su descenso puede afrontarse antes, a partir de junio. En estas fechas no acostumbra a correr el agua, salvo tras lluvias, como fue nuestro caso.
Lo mejor: excepcional por sus formas, retorcidas y caprichosas.
Lo peor: la poca profundidad del cañon, que hace que la sensación de compromiso sea casi inexistente.
Valoración personal (de 0 a 4): 2'9
Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero
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