Silencio. El día está gris, y refresca. Dentro de la furgoneta, Oscar y yo aguardamos expectantes, sin decir palabra, sin mirarnos. La espesa niebla lo cubre todo, y absortos contemplamos como avanza veloz, pasa frente a nosotros y continúa su camino cauce arriba, como un tren que pasa de largo la estación. Por si la atmósfera no es lo bastante densa, se oye de fondo el graznido de un cuervo.
¿Mal presagio? Para nada.
Hemos venido hasta Gavarnie con la idea de hacer el descenso integral
del barranco de Saugué, posiblemente uno de los más técnicos del Pirineo
francés, y su caudal es muy elevado. Ya lo sabíamos, pero al menos esperábamos que la meteorología fuera clemente...
El tren gris claro continúa avanzando sin pausa, pero la cantidad de vagones que arrastra es interminable. Después de casi media hora esperando, la niebla apenas se ha levantado un poco... La visibilidad es suficiente, de manera que decidimos poner fin a la espera. Bajamos de la furgoneta y nos asomamos de nuevo al pequeño puente en el que comienza el descenso. Es la hora. Practicamente a las doce del mediodía, nos preparamos y entramos al agua.
El barranco nos recibe con hostilidad. A pocos metros del inicio, su primer rápel cae sobre una recepción agitadísima, con un remolino y un rebufo que se confunden y entrelazan. Montamos nuestra primera mochila ancla... y no será la última.
El barranco nos recibe con hostilidad. A pocos metros del inicio, su primer rápel cae sobre una recepción agitadísima, con un remolino y un rebufo que se confunden y entrelazan. Montamos nuestra primera mochila ancla... y no será la última.
Cruzando el jaleo del primer rápel |
Superado el paso, todo se ve más sencillo |
Después de un par de rápeles más, el cauce se abre durante doscientos cincuenta metros, como si quisiera darnos la oportunidad de largarnos antes de que las dificultades vayan a más. Esquivamos este tramo por la orilla izquierda, ponemos en fuga a una marmota que protege su madriguera y volvemos a tiempo del siguiente rápel. A partir de aquí, es un no parar. No contamos los rápeles: bastante tenemos en cada cascada con valorar por dónde bajar, con leer los movimientos de la recepción, con intuir si cubre o no... y con disfrutar. Del ruido ensordecedor del agua, del planchazo para superar esa línea de cizalla, del ancla que te saca por los pelos del jaleo... ¡De estar y sentirse vivo, en definitiva!
¿Y la niebla? ¿Y el fresco? Ya no me acuerdo...
¿Y la niebla? ¿Y el fresco? Ya no me acuerdo...
Casi todas las pozas son una lucha |
Valorando el movimiento antes de saltar |
La mayoría de los rápeles esquivan el activo, no hay más remedio |
Un ancla salvadora que nos saca por los pelos del activo y su recepción |
El segundo siempre baja más tranquilo |
Salto para salvar un drossage y una potente contra |
Finalmente no hubo descenso integral. Varios factores -entre ellos la prudencia- nos hicieron dejar aquel día el Saugué a medias. La parte inferior es la más comprometida y difícil del barranco... Decidimos consultarlo con la almohada y volver al día siguiente, pero acabamos en el barranco de Tourettes. Quizá no tocaba.
Datos de interés
Fecha del descenso: 10 de julio de 2015
Cotación: v3 a3 III
Cotación: v3 a3 III
Acceso desde: Gèdre (Hautes Pyrénées, Francia)
Combinación de coches: Posible, no necesaria (2,8 km)
Aproximación: Saldremos de Gèdre en dirección a Gavarnie por la carretera D921. Enseguida, en una curva muy pronunciada a la izquierda, tomaremos un desvío a la derecha con la indicación "Plateau de Saugué". Más adelante, en otro desvío torceremos a la izquierda siguiendo esa misma indicación, y avanzaremos por una pista asfaltada plagada de curvas hasta el pequeño pueblo de Saussa. Pasado éste, a la derecha veremos un espacio para aparcar, cerca del sendero señalizado por el que se vuelve del final del descenso. Con un segundo coche, o a pie, continuaremos carretera arriba hasta llegar al puente de Pountou, en el que empieza el descenso. Acceso inmediato con dos coches (30 minutos con uno).
Descenso: Barranco caudaloso y bien equipado, que tras un breve estrecho inicial y un tramo de río abierto se encajona definitivamente y mantiene su continuidad hasta el final. Los rápeles no son muy altos, pero las recepciones forman movimientos peligrosos y exigen técnica y conocimientos de aguas vivas. A programar, si es posible, junto a la parte inferior, realizando así una gran integral.
Retorno: Tras el último rápel, avanzaremos hasta llegar a la pasarela en la que se inicia el tramo inferior. Por la izquierda, tomaremos un sendero que nos devolverá a la carretera, muy cerca del aparcamiento. 15 minutos.
Rápel más alto: 25 m
Material: cuerdas 2 x 30m, neopreno completo
Lo mejor: Ejercicio completo de aguas vivas de principio a fin (con el caudal adecuado, claro).
Lo peor: en estiaje completo perderá algo de interés (pero no mucho).
Fotos: Giputxi, Xavier
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