19 de octubre. Después de habernos anotado el cañón de La Meije el día anterior, la idea era entrar en el vallon des Etages para atacar al día siguiente el Oules de Freissinières y cerrar el viaje allí. Finalmente, digamos que las cosas no salieron exactamente como estaban previstas.
El Etages es el último de los descensos del valle de Vénéon. Excavado en granito blanco y de una estética similar a la de los cañones suizos de Ticino, este barranco glaciar es difícil de encontrar en buenas condiciones de caudal, como el resto de sus vecinos. Por acusado que sea el estiaje, el volumen de agua que debe gestionarse es siempre muy elevado, con venas potentes y fuertes movimientos. Estrecho y bien formado, las dificultades empiezan nada más entrar en él aunque, a diferencia de La Meije, el encajamiento no es contínuo y algunas breves zonas abiertas dan un respiro e incluso escapes por los que abandonar si es necesario. Es, sin duda, uno de los imprescindibles del macizo de Écrins.
Nada más empezar, tras unos resaltes aparece el primer paso serio del descenso. Un plano inclinado conduce a una poza muy cerrada con un potente remolino que, sin embargo, puede esquivarse mediante un pasamanos recuperable por la derecha. Tras él, el barranco se encaja y los rápeles se suceden por zonas pulidas y estrechas, siempre regadas por abundantes cantidades de agua y con el rugido furioso del caudal como banda sonora.
zona muy encajada, al poco de entrar |
la poza de recepción no siempre se ve desde arriba |
Antes de llegar a la mitad del descenso nos encontraremos con uno de los rincones más estéticos del barranco: un puente de roca que enmarca la entrada a una pequeña zona oscura. Ello, por supuesto, adecuadamente aderezado con un pasillo de acceso bien cargado de agua y una poza de recepción agitada y de salida expuesta.
descendiendo ante el puente de roca |
- Me he jodido.
- ¿Qué?
- Que me he jodido. Me he hecho mucho daño.
- Pero... ¿qué te ha pasado? ¿Un pie? ¿Te has dado con alguna piedra o algo al saltar?
- No, no... el brazo. No lo puedo levantar.
- ¿Qué?
Le había observado mientras descendía el rápel y mientras saltaba al agua, y no había visto nada raro, ningún golpe, ningún mal gesto. Y sin embargo, ahí estábamos, con David dolorido y practicamente incapaz de mover su brazo derecho... pero el sitio era malo, y había que moverse. Le ayudamos a llegar a la siguiente reunión y montamos en ella el rápel correspondiente, fácil, corto y en seco. David se vió capaz y bajó sin ayuda rapelando con su mano izquierda. Sin embargo, todavía estábamos en remojo y en una zona demasiado encajada. El siguiente rápel estaba a continuación, evitaba el agua y tenía una recepción tranquila y amplia, así que decidimos bajarlo. Al ser de unos diez metros, optamos por descolgar al compañero caído y superar el paso. Ahora sí estábamos fuera del agua, y en una zona lo suficientemente amplia, de modo que nos paramos a evaluar la situación. No sabíamos lo que le pasaba a David, pero desde luego no parecía estar en las mejores condiciones para seguir luchando en un barranco de estas características, y menos con todo lo que nos quedaba por delante. Decidimos pedir ayuda y sacamos nuestros teléfonos de los bidones, pero no conseguimos cobertura y nos fue imposible contactar con emergencias. No nos quedaba más remedio que seguir moviéndonos, y al ser sólo tres, decidimos continuar juntos descendiendo hasta encontrar cobertura o un escape por el que abandonar. Si el último rápel descendido evitaba el agua, el que venía a continuación hacía todo lo contrario: su trayectoria te hacía entrar de lleno en el activo y la recepción era bastante agitada, por lo que escogimos montar un guiado al cuerpo que permitiera descender al compañero alejado del agua y sin peligro. Un destrepe más allá, por fin llegamos a una zona más abierta en la que tras una pequeña trepada, se observaba una pendiente herbosa que parecía permitir el escape. Subí a comprobarlo, y al ver que daba a terreno abierto y accesible, monté una cuerda en un árbol con la que asegurar a David y ayudarle a subir y abandonamos el barranco. En apenas quince o veinte minutos más, estábamos todos a salvo en el aparcamiento.
Mientras nos cambiábamos, todavía nos preguntábamos cómo demonios se lo había hecho, y si era grave lo que tenía. La respuesta a la primera pregunta todavía no la sabemos. La respuesta a la segunda la tuvimos clara en cuanto le quitamos el neopreno y vimos el bulto en su hombro derecho. Un rato después, los médicos de urgencias de un hospital de Grenoble atendían el hombro dislocado de David y lo devolvían a su sitio natural. Otra batallita que contar, y como siempre, de acuerdo con nuestra máxima: ¡Semper fidelis!
nuestro último rápel antes de abandonar |
Cotación: MD+, v5a5III
Acceso desde: Les Étages (Isère, Francia)
Aproximación: Desde le Bourg d'Oisans, saldremos en dirección a Briançon y posteriormente nos desviaremos por la carretera D530 en dirección a Venosc y Saint-Christophe. Superaremos ambas y llegaremos al pueblo de Les Etages; en teoría debemos aparcar justo pasado el núcleo, pero nosotros lo hicimos en la entrada. Sea como sea, buscaremos un puente que cruza el río Vénéon justo frente a nuestro cañón, a la vista y muy evidente, y al otro lado tomaremos un sendero circular, señalizado "vallón des Étages", que conduce al puente de madera en el que se inicia el descenso en unos 30 minutos. Aunque podemos seguir el sendero de acceso tanto por la derecha como por la izquierda orográfica del descenso, las reseñas recomiendan esta última.
Descenso: 4 h aprox. según grupo y caudal
Retorno: Llegados a las ruinas de una presa, saldremos por la derecha a un sendero que nos devolverá al pueblo. 5 minutos
Material: 2 x 20 m, material de instalación de repuesto
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