Un mes después de ponerme el traje de neopreno por última vez, ya vuelvo a sentir dentro de mí esa inquietud, esa desazón, ese mono. He tenido ideas y propuestas, pero el trabajo, el maldito trabajo, no me ha dejado aprovecharlas. Los barrancos del estilo del último viaje son trenes que pasan pocas veces al año, y si no estás a tiempo en la estación, los pierdes. Habrá que esperar.
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