La ola de frío extremo que azotó el Pirineo hace un par de semanas dejó unas condiciones fantásticas para el barranquismo invernal, pero yo tenía otras cosas que hacer. Como suele decirse, la vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes... Ayer domingo había que aprovechar el día, de modo que después de estudiar diferentes posibilidades, esta vez fui yo quien engañó al colega habitual para repetir la parte inferior de la Foz de la Canal, aunque esta vez en condiciones invernales.
Las temperaturas que encontramos fueron de 4ºC al empezar la aproximación, y unos inesperados 15ºC al volver al coche. Eso es algo que debe tenerse muy en cuenta, ya que las altas temperaturas pueden debilitar mucho el hielo. Nosotros lo comprobamos in situ, como más adelante se verá.
Para esto del barranquismo invernal, una disciplina que está en pleno desarrollo, Mario Gastón se ha aventurado a establecer una tipología de descensos en el Cuadernos Técnicos de Barrabés número 60 (febrero-marzo 2012). Según ésta, el descenso tal y como lo encontramos vendría a ser de clase 2: caudal helado, con marmitas consistentes y toda clase de formaciones heladas; inmersiones limitadas y material de hielo obligatorio.
Encontramos los primeros resaltes completamente helados, pero el primer rápel, de 25 metros, a parte de alguna placa de hielo, mantenía el agua corriendo.
En el segundo rápel, que fraccionamos para facilitar las recuperaciones, fue inevitable mojarse: una de las pozas intermedias, al sol, se mantenía completamente líquida. La siguiente, sin embargo, tenía una gruesa costra de hielo.
Encarábamos ya la parte más vertical del descenso. Un par de rápeles más, y llegamos a la cabecera del rápel de 40 metros.
Mientras maniobrábamos para recuperar la cuerda, oímos un fuerte estruendo a nuestras espaldas. Más abajo, en el pasillo que se forma al pie del último rápel, se acababa de desplomar parte de la cortina de estalactitas de hielo del margen derecho. De repente, acabábamos de tomar conciencia de uno de los grandes peligros del barranquismo invernal.
No obstante, seguimos descendiendo y rapelamos la cascada de 40 metros, que por lo demás estaba en unas magníficas condiciones, completamente formada y con el hielo en buen estado.
Y llegamos al punto clave, el último rápel. Instalando desde el final del pasamanos, rapelamos en un tenso silencio hasta los cascotes de hielo que minutos antes colgaban de las paredes, mientras vigilábamos los enormes carámbanos que todavía se mantenían en su sitio.
Superado el trance, nos tocó un último remojón, justo en la poza que pone punto y final al barranco. Tras ello, unas fotos de rigor con el peligroso pasillo detrás, y de vuelta al coche en apenas diez minutos. Una bonita experiencia, desde luego, que irá costando repetir los próximos fines de semana como las temperaturas sigan subiendo.
Ya describí en su momento la aproximación y el retorno de este descenso. Es interesante repasar las fotos del descenso en condiciones estivales y comparar...
Una vez fuera del barranco y despojados del neopreno, la aventura todavía tenía que continuar. Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión...
4 comentarios:
muy buen descenso .
Saludos
Gracias Joan!
Ostres Xavi!!!
Veig que estem a tope!!!
Ben fet i al proper avisa!!
Salut!
Ostres Bernat, tens raó, culpa meva!! No vaig caure... La propera t'aviso!!
A veure si t'obres compte al facebook, home, que així estarem més interconnectats!! ;-)
Una abraçada nano!!
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