Este fin de semana nos hemos desplazado hasta el departamento de los Pirineos Atlánticos, al sur de la región francesa de Aquitania, para ajustar cuentas con uno de los descensos pendientes allí desde hace tiempo: el Althagneta (v4a3IV), uno de los imprescindibles del país vasco francés junto con el Olhadubie. Es un descenso bonito, de mucho ambiente, rodeado de vegetación exuberante y muy encajado en su parte central, pero también muy deportivo si se encuentra con el caudal adecuado, algo relativamente difícil ya que desagua con facilidad. En esta ocasión, el cauce bajaba seco a excepción de algunos tramos en los que corría un débil hilillo de agua. Las pozas, a pesar de todo, se mantenían llenas y limpias.
El descenso se encuentra en la población de Sainte-Engrâce, donde tomaremos como referencia la entrada a la visita turística de las Gorgas de Kakouetta, a pie de carretera D113. Para la aproximación, aparcaremos el coche cerca de ésta y saldremos a pie en dirección al pueblo. A unos trescientos metros, y por la izquierda, tomaremos un sendero descendente por el que cruzaremos el río. Desde aquí sólo nos queda seguir siempre las marcas rojas y blancas del GR-10: bordeando unos prados saldremos a una carretera, torceremos a la izquierda en un desvío, cruzaremos entre varias casas y, al llegar a la última, continuaremos por una senda que, atravesando el bosque, nos llevará a una pista y al principio del descenso en 1h 30 min. Si no dejamos las marcas de pintura, no tiene pérdida. La combinación de coches para el acceso también es posible.
Desde la pista y punto de entrada, el descenso empieza en lo que aparentemente es poco más que un torrente que serpentea entre el bosque. Sin embargo, poco a poco va ganando verticalidad y encajamiento, y tras un rápel-tobogán de 22 metros (destrepable sin caudal)...
...otro de diecisiete metros nos introduce en la parte más angosta del barranco. Las paredes llegan a estrecharse considerablemente, y aunque dan alguna tregua, dejan alguno de los pasillos que forman en una cierta penumbra. Aquí alternaremos algunos rápeles de entre cinco y quince metros, y...
...llegaremos a la parte más vertical del descenso. Un rápel de trece metros conduce a una poza colgada, desde cuyo labio de salida instalaremos un rápel de 33 metros. La maniobra, sin dificultad alguna en un cauce seco, sin duda ha de ganar dificultad e interés con caudal.
Al pie de este rápel nos espera una gran sala, desde cuyo extremo contrario el cauce vuelve a precipitarse cascada abajo otros treinta metros. Cerca de la base encontraremos una marmita trampa, en la que puede fraccionarse el rápel para evitar roces y recuperar mejor las cuerdas. Hasta aquí habremos disfrutado de buenas instalaciones, generalmente a base de químicos y en ocasiones con anclajes suplementarios para pasamanos recuperables. A su alrededor quedan algunas instalaciones más antiguas, en peor estado.
Tras esto, el cauce se abre algo y pierde su carácter pulido. Lo que nos espera de aquí a la confluencia con el Kakouetta es una progresión a través de un terreno más caótico, con rápeles de hasta trece metros e instalaciones más precarias que pondrán punto y final al descenso del Althagneta propiamente dicho. Sin embargo, antes de salir del cauce y volver al aparcamiento, quedan por delante unos dos kilómetros y medio de garganta con tan sólo un par de cascadas de pocos metros por descender. Continuar por el Kakouetta no nos pareció demasiado interesante, así que tomamos el sendero poco trazado que nace en la orilla derecha en la misma confluencia, y que siguiendo un recorrido bastante tortuoso, evita las cascadas y conduce al tramo del cañón que recorren los turistas, con sus pasarelas y carteles indicativos. Por esta vía el retorno se hace en más o menos una hora, la mitad que por el cauce.
A lo largo de este último tramo, veremos diversos postes de socorro. Y yo me pregunto... ¿para qué sirve el botón número tres?
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