martes, 20 de septiembre de 2011

VAL D'IRAGNA INTEGRAL


20 de agosto, último día en Ticino. Justo una semana antes, el día 13, nos habíamos propuesto el descenso del Iragna integral, pero por entonces los caudales eran más altos y nos desaconsejaron entrar en el tramo superior. Así, y siguiendo la política del "pájaro en mano", al final acabamos metiendo en nuestra saca los tramos intermedio e inferior. Con un caudal elevado que nos hizo disfrutar y sudar, eso sí, pero dejándonos el tramo superior, supuestamente el más técnico del barranco. Uno no se pega mil kilómetros hasta Suiza para bajar un mismo barranco dos veces, pero nos pareció que un Iragna integral tenía mucho interés por sí mismo y sería una forma elegante de despedirse de Ticino. Así pues, quedó adjudicado como traca final, aunque con un caudal notablemente inferior al de siete días antes.

El descenso conjunto de los tres tramos lleva un tiempo de entre seis y ocho horas según reseña. En buena parte, parar el cronómetro antes o después dependerá del concepto de barranquismo que tengamos, de lo difícil que nos lo ponga el caudal y de lo poco o mucho que nos guste saltar, ya que muchos de los rápeles pueden superarse así. Como otros de la zona, el recorrido va ganando en intensidad a medida que se avanza, y su parte final guarda los pasos más espectaculares.


Val d'Iragna superior (v4a4III)

Es el tramo más vertical, compuesto por unos diecisiete rápeles instalados más diferentes saltos y resaltes. Con caudal medio-bajo no nos dió ningún problema, incluso nos defraudó un poco, aunque con caudal alto la cosa debe ser diferente. Se inicia con un rápel de 36 metros bajo el puente de entrada...















...y continúa por un tramo más abierto, con cuatro cascadas de poca altura.















Llegamos al sector más técnico del tramo. Haremos primero un rápel de 26 metros, y luego un canalón en el que montaremos las cuerdas para, veinte metros más allá, encontrar la reunión de un rápel muy acanalado de 27 metros.




















Lo siguiente es otra cascada acanalada de unos 26 metros, con giro de noventa grados a la izquierda. Aunque con este caudal podía bajarse perfectamente por el agua, existe un fraccionamiento en lo alto que permite esquivar el activo y recuperar mejor las cuerdas al último en bajar.







































A partir de aquí, debemos continuar a través de una sucesión de cascadas de altura variable, muchas de ellas saltables, hasta llegar al tramo intermedio.

















Val d'Iragna intermedio (v4a4III)

Se trata de un tramo de menor desnivel y duración, con un carácter marcadamente lúdico y estético. Los toboganes y los saltos más o menos difíciles se van sucediendo hasta llegar al estrecho rápel final. Un tobogán marca el inicio del tramo, y le suceden los cinco primeros saltos, de entre cuatro y diez metros.






























A continuación el cauce se precipita a un estrecho pasillo mediante una cascada de quince metros. En función del caudal, puede rapelarse por el activo o bien evitar los movimientos de agua siguiendo un pasamanos situado en la repisa izquierda.




















Otra sucesión de saltos y toboganes nos llevará al final del tramo, un rápel de treinta metros a través de una grieta que concentra el caudal. Puede evitarse mediante una reunión alternativa, más alta y por fuera del agua, aunque con este caudal no era necesario. Una semana antes, con caudal alto, había bajado igualmente por el agua, pero en aquella ocasión el rápel había sido mucho más delicado y arriesgado. Al atravesarla, una columna de agua de treinta metros de altura te pega un bofetón considerable...




















Aunque es interesante, el descenso aislado de este tramo no tiene sentido en sí mismo, y si no queremos enmarcarlo en el descenso integral, sí que merece la pena sumarlo a la parte inferior y descenderlo con ella.


Val d'Iragna inferior (v4a4II)

Ya estamos en el tramo estrella del barranco, muy completo y con una relación "precio-calidad" considerablemente buena. Empieza fuerte, con un rápel de 40 metros que es de los más bonitos y espectaculares de la zona -de los que yo conozco, claro-. Desde la poza de salida, y tras la rampa inicial, se desciende a plomo entre el agua y la pared, en un rápel parcialmente volado sencillamente espectacular. No plantea roces ni dificultades destacables, por lo que la reunión alternativa, situada arriba a la izquierda y que nos hace rapelar en seco, queda para los grandes caudales. Y para los saltos imposibles...




Un par de resaltes y llegaremos a un rápel de veintidós metros, tan acanalado como evitable. Atención a los roces.















Tras superar un par de resaltes y pasar bajo un puente de piedra, saltaremos a una poza -cinco metros- y llegaremos a otro de los pasos característicos del tramo, un tobogán curvo de veintidós metros. Lo ideal aquí es rapelar los primeros metros y, tras superar el giro, soltarse y bajar en tobogán el resto. La recepción forma un drosage contra la pared de enfrente, que puede pasar desapercibido con caudal normal, pero que requiere de mucha atención con caudal alto. La semana anterior, con caudal elevado, un error hizo que dos de nuestras mochilas acabaran semisumergidas en él, y nos llevó un rato sacarlas. El agua empuja con fuerza...





















Y ya hemos llegado al final. Tras un salto de seis metros, haremos un rápel de 14 metros y los dos últimos toboganes, que nos dejarán en una badina final repleta, según la hora, de bañistas. Ya sólo es cuestión de hacerse un hueco entre ellos, salir por la derecha para volver en un minuto al aparcamiento inferior, cambiarse y buscar un restaurante en el que comer la pizza que te acabas de ganar.


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