El pasado miércoles quedé con Edgar y Pepe para descender este barranco de Guara, uno de los clásicos que todavía me quedaban por bajar de la sierra. Y es que es un barranco estético, entretenido y técnicamente sencillo, pero tiene un hándicap: sólo va bien de agua a principio de temporada, cuando el deshielo y las lluvias llenan los acuíferos y hacen correr el agua por todo su cauce. Después, lo normal es encontrar seca al menos la primera mitad del descenso. La última semana había llovido bastante, y decidimos aprovechar la oportunidad.
Llegados a este punto, comprobamos que habíamos acertado: agua corriente de principio a fin del descenso, y aumentando progresivamente gracias a los afluentes para hacerse bastante interesante en el tramo final, aunque sin llegar a ser nunca aguas vivas.
El descenso puede dividirse en tres tramos. Empezamos por una primera zona estrecha, con algunos rápeles cortos y pasillos inundados. Cuenta con algunos caos y pasos sifonados, muy estéticos.
Le sucede un tramo intermedio, encañonado, en el que las paredes se separan, y que lleva al tercer y último estrecho.
Tras este último estrecho, avanzamos por el río, se acaba la roca caliza y empieza el conglomerado. Pasamos bajo el puente de la carretera, y enseguida tomamos por la derecha la senda que remonta en zig zags y sube a la carretera, junto al aparcamiento.
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