El sábado, la meteorología pintaba algo intestable, pero parecía que aún podíamos aprovechar la mañana, así que mi amigo Edgar me devolvió la visita del miércoles y se acercó a la Alta Ribagorça para tantear conmigo uno de los clásicos de la zona. El objetivo era descender el Erta en condiciones de caudal "interesantes", y si aguantaba el día, el final del Peramera.
Saliendo de Pont de Suert (Lleida), tomamos la carretera N-260 en dirección a la Pobla de Segur, y aproximadamente en el kilómetro 341'5, antes o después del puente que cruza el río Viu, dejamos el primer coche. Con el segundo tomamos el desvío a Malpàs, que habíamos superado algo antes, para luego torcer en dirección a Ertà y Sas. A la altura de Castellars, la carretera se vuelve pista asfaltada. Tras unas curvas, en un giro a la izquierda tomamos una pista de tierra rojiza, y en 800 metros llegamos a un collado. Por la derecha sale una pista que seguiríamos para la aproximación normal; sin embargo, nosotros bajamos directamente hasta el río, como se hacía antes, para poder seguir el cauce y evaluar el caudal. Es difícil, porque parece aumentar o disminuir según el tramo. Llegamos al estrecho inicial. Bastante agua, pero sin excesos. Bien.
El barranco, estrecho y acuático, es breve. Lleva poco más de una hora el tramo más deportivo, dos horas contando el tramo abierto final. Consiste básicamente en una sucesión de pasillos más o menos estrechos, con resaltes, pequeños toboganes y algunos saltos.
Tiene tres pasos equipados: dos rápeles y, entre éstos, un tobogán, todos ellos de unos 6-7 metros, aunque el último es saltable. Hasta el último rápel, el agua empujaba con fuerza, y encontramos algunos rebufos y drosages, con poco peligro ya que la mayoría de las pozas no cubren.
Luego el descenso se abre, y aunque todavía quedan algunos resaltes, pierde intensidad e interés. Tras caminar un rato por el río encontramos un sendero, marcado con un hito de piedras, que por la derecha bordea el río y luego sigue una antigua acequia, hasta llegar al puente sobre la carretera y el coche.
Justo ahí se nos puso a llover, así que cambiamos el Peramera por un pollo a l'ast, unas patatas y unas coca-colas...
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