sábado, 4 de octubre de 2008

...Y ESTANY OBERT O ESTRETS DE PINYANA

El viernes por la mañana, la idea inicial era descender el Flamicell o el Riqüerna, pero los ocho grados de temperatura y el viento frío que soplaba en Cabdella nos hicieron cambiar de idea. Volvimos a la parte baja del valle y optamos por los Estrets de l'Estany Obert o de Pinyana, situados más al sur y a menor altitud (mejor temperatura). Es un descenso fácil y sobre todo corto, demasiado corto. Es una lástima, porque está bien formado, y si fuera el doble de largo podría haberse convertido en un clásico.

Para llegar a Pinyana, debemos coger la pista asfaltada que sube a Naens. Ojo: partiendo de Senterada, siguiendo la N-260 en dirección a Pont de Suert y tras recorrer pocos metros, la encontraremos justo antes de cruzar el puente sobre el río y a la izquierda, en subida. Pasado Naens seguiremos hasta Cadolla, donde dejamos el coche y continuamos ascendiendo a pie hasta Pinyana. Al llegar a este pequeño núcleo giraremos a la derecha por entre las casas, y al llegar a la última buscaremos un sendero perdido que nos bajará al cauce.



















Los propietarios de esta última casa del pueblo, al vernos pasar, salieron a recibirnos y nos ofrecieron algo de beber. Estuvimos charlando un rato con ellos, nos enseñaron la casa y nos explicaron como este pequeño pueblecito, que quedó desierto tras la guerra civil, ha vuelto a la vida en los últimos años. Vuelven a estar habitadas unas siete casas, aunque se trata de segundas residencias. Los vecinos también han restaurado la iglesia, y recuperado una ermita cercana que había quedado practicamente enterrada bajo tierra y vegetación.

Volvamos al tema: una vez progresando por el cauce, vemos como se va cerrando hasta formar una estrecha garganta. Ya en su interior, superamos varios giros y resaltes y pronto llegamos al primer rápel, de 14 metros. El segundo y último llega enseguida: de 9 metros reseñados, su poza es igual de profunda y fría que la anterior. Es saltable, pero preferimos rapelar. Después, unos resaltes y estamos en el final de la garganta. Nos ha llevado poco más de media hora.






























































Las paredes se abren de repente, y sólo nos queda continuar por el cauce unos 200 metros, hasta salir a unos prados a la izquierda en las que se alimenta el ganado... y los buitres también. Al final de los mismos tomaremos un sendero que nos devolverá a la pista y al coche.


















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