martes, 29 de octubre de 2013

CANYON DU DIABLE


17 de octubre. Eran las nueve de la mañana cuando entramos en le Bourg d'Oisans (Hautes Alpes, Francia), siguiendo la carretera que parte de Grenoble. Como muchas otras poblaciones de alta montaña en estas fechas, la ciudad parecía adormecida, aletargada, superando la resaca de la temporada estival mientras esperaba la llegada del invierno, la nieve y los esquiadores. Muchos comercios estaban cerrados y faltaba vida en las calles, aunque esto último no debía extrañarme: al fin y al cabo, estábamos en Francia... En esta época de impasse, y con el maletero de nuestro coche lleno de petates, cuerdas, cascos y otros trastos de barrancos de colores chillones, atravesamos casi furtivos unas poblaciones llenas de referencias al esquí, por una parte, y al ciclismo por otra.

El plan previsto para nuestro primer día en la zona era el Canyon du Diable (v5a5IV), que nos debía servir para tomarle la medida a los caudales de la zona. Al pasar con el coche por el puente que parte en dos el descenso, nos pareció que el volumen de agua que corría por él era muy asequible, y así fue: acabamos recorriendo el barranco en el tiempo previsto por las reseñas, y sin problema alguno.

Sobre el barranco en sí, he de decir que nos gustó. El granito favorece la formación de barrancos encajados y pulidos, y el agua ha hecho un bonito trabajo aquí, creando un recorrido sinuoso y de mucha continuidad. Con el caudal que encontramos no tuvimos problemas, pero observamos unos cuantos pasos estrechos que pueden complicarse bastante con un caudal mayor. Por otro lado, muchas reseñas avisan del mal estado del equipamiento: sin embargo nosotros lo encontramos, en líneas generales, de calidad -químicos y parabolts- y en buen estado. Aún así, viendo los volúmenes de agua a los que llegan a estar sometidos los descensos de esta zona -en este caso, por tener una presa en cabecera- no está de más ser precavidos y llevar material de repuesto.

Como tantos otros, este descenso puede dividirse en dos partes: la primera va desde el inicio hasta un molino, zona en la que puede escaparse si el caudal es excesivo; y la segunda desde aquel y hasta desembocar en el río Venéon.


primer rápel del descenso, bajo el puente
el granito y sus vetas, en los primeros pasos


estrechez y sinuosidad
abundan los rápeles cortos de pozas poco profundas


destrepe delicado, sin instalación
en su recorrido, el agua aprovecha grietas y fallas

otro rápel corto, más aparente desde arriba...
...que desde abajo: sin problema alguno


Una vez en el molino, tenemos una última oportunidad de abandonar. Tras ella entraremos en el segundo tramo y encontraremos un breve tramo vertical, con tres rápeles encadenados de los que no debemos fiarnos: una placa recuerda la muerte de un barranquista en este punto en el año 2000.


el molino, punto de escape
rápel de 20 metros, al inicio de la segunda parte

El resto del tramo lo forman algunas secciones encajadas y estrechas, y de nuevo tres rápeles encadenados, en una zona más caótica.

la segunda parte tiene tramos muy engorgados y con gran ambiente


 En esta última parte nos pareció encontrar un caudal superior al inicial.

bonito embudo en caso de caudal alto...
atacando la tirada final de rápeles


penúltimo rápel
la emoción, al final




Pocos metros antes de llegar al río Venéon, por la izquierda sale el sendero de retorno. De nuevo en Saint Christophe en Oisans, mientras Carrasco se sacrificaba y subía a pie a buscar el coche, David y yo entramos en calor con un café con leche en el pintoresco hotel de la foto, regentado por una señora y su legión de gatos.



Datos de interés

Acceso desde: Saint Christophe en Oisans (Isère, Francia)

Cuerdas: 2 x 30 m (rápel más largo, 22 m)

Aproximación: con combinación de coches, inmediata

Descenso: de 4 a 5 h según caudal

Retorno: inmediato con combinación de coches

Combinación de coches: Aunque posible, no es necesaria. En caso de tener un sólo vehículo, puede dejarse en el pueblo y caminar unos treinta minutos de acceso y otros tantos de retorno.


viernes, 25 de octubre de 2013

ÉCRINS EXPRESS 2


Love will tear us apart. Suena el bajo y el malogrado Ian Curtis empieza a entonar las primeras frases de su himno al desamor mientras entro en mi pueblo por la puerta de atrás. Hace frío, las calles están desiertas y mi estómago me transmite esa sensación de vacío propia de la vuelta a la rutina después de haber hecho algo que te llena, que te hace sentir vivo. He conducido más de la mitad del viaje bajo la lluvia, y eso no hace más que aumentar mi sensación de pérdida. Dejo atrás tres días de experiencias y sensaciones en los Alpes franceses, a donde he viajado con dos amigos, David y Carrasco, para descender algunos de los cañones más reputados y terribles de Europa. Esto engancha. Me gustaría seguir allí, pero no puede ser.


Ambiente fascinante al salir del canyon du Diable


El imponente glaciar de la Meije
Si el año pasado viajamos a L'Argentière para descender Freissinières, Chichin, Oules de Diable y Pra Reboul, este decidimos visitar le Bourg d'Oisans para seguir nuestra búsqueda de caudales cada vez mayores. En una época en la que la mayoría de la gente ya ha guardado el neopreno en el armario y se dedica a otros menesteres, nosotros nos dejamos fascinar por los glaciares alpinos y nos sumergimos en las gélidas aguas que descienden directamente desde ellos a pesar de las bajas temperaturas, o precisamente gracias a ellas. El resumen de nuestro nuevo viaje express a los Écrins es este:



Jueves, 17 de octubre. Llegamos a la zona a media mañana y, siguiendo el plan previsto, empezamos por el Canyon du Diable (v5a5IV), a priori el más fácil de los escogidos para la ocasión. Tan frío como bonito, presentaba unas condiciones de caudal bastante asequibles que no dieron ningún problema y nos sirvieron de toma de contacto. De vuelta visitamos el final de las cascadas de Lânchatra (v5a5III), mucho más técnicas y que no nos parecieron viables, aunque no las conocemos.

Emoción en el Diable
Cascadas finales del Lânchatra: ¿viables?



Viernes, 18 de octubre. A primerísima hora nos plantamos en la salida del cañón de la Meije (MD+, v5a5V). Viendo la última cascada, la información de la que disponíamos indicaba que el caudal era "normal", por lo que caminamos los veinte minutos que nos separaban del inicio del descenso y nos anotamos uno de los barrancos más hardcore, en palabras de David, que hemos hecho hasta la fecha. De su vecino, el canyon du Ga (v6a5IV), nos limitamos a admirar su gran cascada final, ya que no entraba en nuestros planes.

Contentos en el final de la Meije
Vertical final, de 130 metros, del canyon du Ga



Sábado, 19 de octubre. En vista de los caudales de la zona, estábamos decididos a seguir con la lista de barrancos extremos bajando el vallon des Étages (MD+, v5a5III). Éste lo hacíamos a vista, así que asumíamos un compromiso mayor. Bajamos la primera mitad sin novedad hasta que saliendo de una poza, de forma incomprensible, David se dislocó un hombro. Tres rápeles más abajo, escapamos antes de que el tema fuera a mayores e invertimos el resto de la tarde entre el hospital y el McDonald's de Grenoble.

Granito blanco y magnífico ambiente
Un último rápel antes de abandonar

 
Domingo, 20 de octubre. Con uno de los tres miembros del equipo fuera de juego, ya habíamos descartado bajar cualquier otra cosa, pero es que además amaneció lloviendo. Después de hacer un café y un croissant, como mandan los cánones, nos montamos en el coche y condujimos bajo un fuerte aguacero hacia casa, dando por finalizado un viaje que, sin duda alguna, tendrá continuidad en futuras ediciones.

Una de las muchas cascadas que caen por todas partes. ¿Abierta?



 
"Persigo la felicidad. Y la montaña responde a mi búsqueda."
                                                                                                        Chantal Maudit


sábado, 5 de octubre de 2013

APERTURA DEL BARRANC DE LAC REDON


En los años 80 y 90, en España, un grupo de iluminados decidió que ríos y barrancos no sólo servían para llevar agua de un sitio a otro, sino también para caminar y nadar por ellos y bajarlos con cuerdas. Ya había muchos explorados, pero casi todo estaba por hacer. Imagino aquellos aperturistas llegando a Broto, o subiendo la carretera que lleva de Aínsa a Bielsa, diciendo con emoción y asombro ¡¿Por dónde empezamos?!

Desde entonces ha llovido mucho y se ha abierto casi todo lo que se podía abrir. Aquellos pioneros dejaron poca cosa decente por descubrir, por lo que como me dijo alguien recientemente, los que llegamos tarde nos hemos de limitar muchas veces a abrir "zanjas". O bien cascadas grandes o abiertas, que por entonces -y aún hoy para muchos- se alejaban del concepto de barranco en sentido estricto.

Cerca de casa, llegando a la boca sur del túnel de Vielha, los ocupantes de los coches que suben hacia el valle de Arán pueden ver, si desvían su mirada a la derecha, una larga y delgada cascada que cae desde lo alto de la muralla que separa la comarca occitana de las tierras ribagorzanas. Es el barranco de Lac Redon, que sirve de desagüe al lago homónimo situado más arriba, y que a pesar de estar bien a la vista, aparentemente seguía vírgen. Con el prolongado deshielo de este año, la cascada había conservado un caudal abundante hasta bien entrado el verano, y Didier y yo llevábamos ya un tiempo observándola y valorando su apertura. Después de varias inspecciones previas, el pasado 22 de septiembre fuimos finalmente a descenderla.

A las ocho de la mañana, habiendo dejado la furgoneta aparcada junto al refugio del Espitau de Vielha, echamos a andar cargados como mulas en dirección al lago Redón. La temperatura todavía era baja, y a esa hora el valle de Conangles está a la sombra, pero tanto peso a la espalda nos iba a hacer entrar en calor bastante rápido.





A los veinte minutos de aproximación, más o menos, ya se puede ver con claridad la cascada que vamos a bajar. Finalizado el deshielo y tras varias semanas sin lluvias, el caudal había bajado bastante en comparación con el que habíamos visto a mediado de agosto, cuando habíamos estado inspeccionando acceso y retorno.

La cascada, a mediados de agosto
Inicio del descenso


Por fin, después de superar el tramo de subida de la Escaleta, y con el tejado del refugio del lago asomando ya en lo alto, llegamos al clarísimo punto de entrada al barranco, una zona de cauce abierto justo antes de un estrechamiento. En este punto, el GPS nos marcaba una altitud de 2187 metros, cosa que convierte el barranco del Lac Redon en el descenso reseñado y publicado a mayor altitud de España que nosotros sepamos. Nos han comentado la existencia de descensos abiertos a mayor altitud, pero no hay ninguna información disponible de ellos.

Preparándonos para empezar el descenso


Una vez equipados, empezamos a progresar por un cauce lleno de bloques y de fuerte desnivel. Nada extraño en este entorno alpino, en el que no podíamos esperar paredes pulidas ni fuertes encajamientos. Enseguida llegamos a la primera cascada, en un giro a la derecha y sin visibilidad del fondo, y en el que instalamos con parabolts un rápel que resultó finalmente de treinta metros. A continuación, tras un par de resaltes llegamos a un embudo con fuerte inclinación, en el que equipamos otro rápel de treinta metros en un árbol a la derecha. Con el caudal mínimo que encontramos posiblemente era destrepable, pero las condiciones habituales -las que recomendamos- implican descenderlo con más agua.


Primer rápel (30 m)
Instalando el segundo rápel (30 m)


Ese segundo rápel no llega hasta el final del encajamiento: conduce a otra reunión, esta vez a base de parabolts, desde la que salvar un canalón que concentra el caudal mediante un rápel de veinticinco metros.

Cabecera del tercer rápel (25 m)
El tercer rápel es el más canalizado de todos


Para llegar a la reunión del cuarto rápel hay que cruzar ese canalón y llegar a al árbol en que se encuentra, en una repisa a salvo de las aguas. La perspectiva desde aquí es más amplia, hay más patio y las vistas del valle son más espectaculares.


El valle de Barrabés, a nuestros pies


Desde ese árbol, rapelamos veinticinco metros hasta una amplia repisa. A partir de ésta, observamos que el barranco se mostraba definitivamente abierto, y que bajo nuestros pies teníamos una sucesión de rampas hasta llegar al suelo. Desde abajo, el cauce daba mayor sensación de verticalidad.

El cuarto rápel (25 m), visto desde arriba...
...y desde abajo


Instalamos una nueva reunión, la quinta, a base de parabolts, y salvamos la primera de esas rampas abiertas. Al pie de la misma se forma un resalte y un canalón que concentra el caudal y lo lanza en un nuevo salto. Hasta el pie de la cascada, medimos unos treinta metros de rápel.


Picando piedra en la cabecera del quinto rápel (30 m)


Descendiendo el quinto rápel, ya en una zona mucho más abierta que la superior

Pasillo de acceso al sexto rápel
Acceso a la cabecera del sexto rápel


A continuación encontramos la rampa de menor inclinación del descenso. Aquí dejamos dos parabolts más, y desde ellos descendimos cincuenta metros, hasta estar de nuevo en plano. Este rápel, el sexto del barranco, es también el más largo y el menos interesante.


R6 (50 m), rampa que da lugar al rápel más largo del descenso


Octavo rápel (35 m) de la cascada izquierda
Con esto el barranco llega a su tramo final, pero aún guarda una sorpresa. El cauce gira a la derecha y tras unos resaltes, salta hacia su final definitivo a través de una cascada de cincuenta metros. Sin embargo, en ese giro parte del agua continúa recto y se precipita por una cascada más larga, aunque también más seca en estas fechas. Un gran pino negro hace las veces de isleta en la que el cauce se parte en dos. Después de dudar durante un rato acerca de qué variante tomar, decidimos equipar las dos. En la cascada derecha dejamos una reunión en un árbol y medimos cincuenta metros de cuerda hasta el suelo, y a continuación, descendimos la cascada izquierda, que quedó fraccionada en dos rápeles. Desde el pino negro que he mencionado, hicimos un primer rápel de cuarenta metros hasta un saliente, en el que dejamos dos parabolts más. Luego, unos últimos treinta y cinco metros de cuerda nos dejaron definitivamente al pie de la cascada. Habíamos abierto un nuevo descenso.




Celebrándolo con unas cervezas en el aparcamiento
























Ficha técnica

Provincia: Lleida
Zona: Vall de Conangles, Val d'Aran
Cuenca hidrográfica: Noguera Ribagorçana
Población más cercana: Senet (Alta Ribagorça)
Mapa: ICC el Pont de Suert 1:25 000
Altura en inicio: 2187 m
Altura en final: 1855 m
Desnivel: 332 m
Longitud: 400 m 
Tipo de cañón: vertical y abierto en general
Aproximación: 1h 45 min a 2 h
Descenso: 3 h aprox.
Retorno: 35 min.
Altura del rápel más largo: 50 m
Cuerdas: 2x50 m
Neopreno: No tiene pozas que cubran. Según caudal.
Instalaciones: Parabolts de 10 mm y naturales. Recomendable llevar cintas o cordinos de repuesto.
Época: Verano, según deshielo
Restricciones: No se conocen
Historia: Primer descenso, Didier Mena y Xavier Guerrero, 22/09/2013. Con anterioridad se había escalado en hielo su tramo final.


Mapa de situación del descenso, acceso y retorno
 
Datos prácticos

Acceso: Desde Pont de Suert, saldremos en dirección a la Val d'Aran por la carretera N-230. Al llegar a la boca sur del túnel de Vielha saldremos por el carril lateral, que conduce al antiguo túnel, y luego subiremos por la derecha hasta el refugio Espitau de Vielha. Aparcaremos en la gran esplanada adyacente, y ya a pie tomaremos el GR-11, pasando por entre los edificios del refugio. Después de cruzar nuestro barranco, el sendero se adentra en el valle de Conangles para luego girar a la izquierda y ascender fuertemente en el paso de la Escaleta. Al llegar a un desvío, el GR tuerce a la derecha: nosotros seguiremos recto, por un sendero que lleva ya de forma evidente hacia el barranco. Cuando el camino se acerca a pocos metros del cauce, casi llegando al refugio del lago Redón, entraremos al barranco. 

Retorno: No hay senda de retorno. Una vez finalizado el último rápel, lo más práctico es seguir cauce abajo hasta llegar a una zona más llana y de vegetación menos densa que nos permita seguir por la orilla hasta toparnos con el sendero GR-11. Una vez en él, desharemos el camino de acceso hasta el coche.

Combinación de vehículos: No

Caudal: Permanente. Muy alto en deshielo, pasa a normalizarse finalizado este. En invierno llega a helarse.

Escapes: No comprobados, aunque no parecen factibles a partir del segundo rápel.

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