Como despedida de nuestro puente de San Juan en
Pirineos Orientales, escogimos el imprescindible, el inevitable, el inolvidable Llech (v3a4III). Después de tres años sin visitar este barranco estrella, para mí era obligado aprovechar la vuelta a la zona para descenderlo de nuevo, y más sabiendo que en los últimos días los que lo habían bajado habían calificado su caudal de alto. Aunque finalmente no encontramos tanta agua como habíamos esperado -el caudal era alto pero no tanto- disfrutamos de un descenso casi perfecto, y lo que es más difícil, para nosotros solos. Sin nadie en el parking, ni en el río. Ni un alma. Irrepetible.
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el parking del Llech vacío: una foto difícil de conseguir |
El Llech es uno de esos descensos casi perfectos que lo tienen todo: es bonito, tiene continuidad, está bien esculpido, es divertido... Con saltos limpios de hasta nueve metros, toboganes tan verticales como el del
ascensor (unos 12 m, el segundo rápel instalado) o tan espectaculares como la
lanzadera (5 metros de tobogán más 6 de vuelo) y un sólo rápel obligatorio, el barranco es un verdadero parque acuático natural. Supongo que son motivos más que suficientes para que éste sea el barranco que más veces he descendido. En esta
entrada de hace tiempo ya dí algunos detalles sobre su acceso y retorno; y en esta
otra, colgué un vídeo que hicimos aprovechando que encontramos buen caudal. Ya he escrito demasiado sobre este descenso, de forma que es imposible no repetirse. Lo dejaremos aquí, con unas fotos.
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nada más empezar, un primer salto para entrar en materia |
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el primero de una larga serie de toboganes |
1 comentario:
Oh.
La foto del último rápel es incalificable.
Qué gusto da hacer el Llech crecidito... ya hecho de menos primavera y no hago más que pensar en alguna semana de tormentas continuadas
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