Día libre y tiempo inestable... Para hacer barrancos combinando adecuadamente ambos elementos, mi colega Didier y yo escogimos el miércoles pasado las cascadas de Salvassa, uno de los clásicos de la comarca. Además, estos últimos días ha llovido algo, y su caudal, que iba ligeramente a la baja, se había vuelto a animar. Vamos, que era el momento, y decidimos aprovecharlo.
Ya he dicho que es uno de los clásicos de la comarca. Sin embargo, eso no significa que el acceso sea limpio y claro... Del camino con hitos y pintura amarilla que indican las guías ya no queda ni rastro, o al menos nunca hemos sabido encontrarlo. Varias sendas recorren la ladera por la que debemos ascender, pero parecen destinadas a la explotación maderera, y están tan cubiertas de maleza, ramas y troncos cortados que seguirlas es difícil o directamente imposible. Por ello, no queda otra que jabalinear y ascender por el bosque, procurando orientarse bien, hasta llegar a la cabecera.
Una vez arriba, el descenso empieza con un tramo de rampas abiertas y canalones. Algunas pueden bajarse como tobogán, pero con criterio y cuidado, y otras pueden esquivarse por fuera del cauce. Intercalados, encontraremos tres rápeles, de veinte, treinta y quince metros.
Tras el último de éstos, el terreno empieza a ganar inclinación. Viene una zona de pequeñas pozas escalonadas y un rápel de 40 metros, todo ello con la carretera y el fondo del valle a la vista.
Empieza la vertical, con varias líneas de rápel equipadas. Nosotros escogimos la más reciente, instalada por la derecha hidrográfica a base de reuniones de parabolts. Requiere cuerdas de sesenta metros. Por la izquierda encontraremos la línea de rápeles original, aunque sus instalaciones constan de viejos spits oxidados que no dan mucha seguridad.
En un árbol montaremos el primero de sus rápeles, de 30 metros. ¿Por qué en las grandes verticales, el rápel de salida al vacío siempre se hace desde reuniones precarias? ¿Para darle más emoción? El rápel nos deposita en una reunión de parabolts situada sobre una pequeña repisa con matorrales, a la derecha. Desde ella, y sin cruzar la vena, nos espera un rápel de cincuenta metros.
Tras el anterior, otro rápel de cincuenta metros más y llegaremos a un saliente que forma la cascada.
Por encima y a la derecha, encontraremos la cuarta y última reunión de la vertical, que nos llevará hasta el suelo unos cuarenta metros más abajo. Deja con un buen sabor de boca, porque es el más estético y vertical de todos, y además cuenta con un pequeño volado.
Después de recoger las cuerdas y mirar hacia arriba por penúltima vez, remontamos a la derecha y salimos a un mirador. Desde ahí contemplamos otra vez las cascadas, y luego y en apenas cinco minutos volvimos al aparcamiento, donde nos cambiamos en medio de una buena ventolera y a 9ºC según el coche. Menos mal que estamos en junio...
3 comentarios:
"Hasta el cuarenta de Mayo no te quites el sayo"
No podíamos esperar tanto! Ya sabes, a quien madruga, Dios le ayuda... ;)
Atención, en un nuevo descenso he revisado la longitud de los rápeles de la gran vertical. A algún rápel le faltaban metros...
Datos actualizados:
http://www.barranquistas.es/2014/06/cascadas-de-salvassa.html
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