domingo, 29 de agosto de 2010

CLUE DE RIOLAN

Nuestro segundo día en Alpes Marítimos decidimos atacar uno de los descensos clásicos e imprescindibles de la zona: la Clue de Riolan. Se trata de un recorrido acuático y de gran belleza, con caos de bloques y estrechos inundados realmente bonitos. David y yo ya lo conocíamos, pero merecía la pena repetirlo. Para la ocasión, a los nueve que ya éramos se nos unieron Chevy y Alejandro, dos experimentados barranquistas madrileños con los que aún tendríamos la suerte de compartir la Clue d'Amen al día siguiente.


Saliendo de Niza, tomaremos la carretera D6202 hacia el norte, como para todos los de la zona, y tras pasar Saint Martin du Var nos desviaremos a la izquierda por la carretera D17 en dirección a Roquesteron. Superaremos esta población, y en una curva a la derecha nos desviaremos a la izquierda en dirección a Aiglun (ctra. D10). No tardaremos en llegar al puente sobre el río Riolan, punto final del descenso en el que dejaremos un coche. Con otro vehículo, volveremos atrás, a la carretera D17, y continuaremos en dirección a Sigale. Más allá de este pueblo, la carretera entra en la garganta que forma nuestro descenso. Al salir de ella veremos un aparcamiento a la derecha, y un cartel indicativo a la izquierda. Aparcaremos, y bajaremos al cauce en cinco minutos.



El descenso se inicia con un pasillo tras el cual nos espera un gran caos de bloques, que superaremos muchas veces por debajo de los mismos. Tras él, un estrecho inundado nos conduce a un tramo de río abierto. Un antiguo puente de piedra marca el final de este primer tramo, que según observamos se saltan las empresas de aventura.








































Tras un rato de marcha, el cauce vuelve a cerrarse. A partir de aquí se suceden los pasillos estrechos, con bastantes rápeles instalados, aunque muchos de ellos, en las condiciones de caudal que encontramos, eran saltables.


La reseña marca de cuatro a cinco horas de descenso, pero las once personas que formábamos el grupo tardamos tres gracias a que en la mayoría de los resaltes equipados para el rápel no utilizamos las cuerdas. Cuando el cauce se abre ligeramente, aparece a nuestra izquierda una canalización y en seguida vemos el puente en el que hemos dejado el primer vehículo. El retorno es inmediato, y el sabor de boca que deja el descenso, muy bueno.


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