Aprovechando uno de esos días festivos entre semana que me permite mi trabajo, el pasado miércoles Anaïs y yo decidimos pasar un día tranquilo en los Rasos de Peguera, aunque aprovechando la mañana para descender el Forat Negre. Hacía años que no pisaba este pequeño barranco situado al sur de la sierra del Cadí, en la comarca del Berguedà, y a estas alturas ya sólo recordaba de él algunos pasos puntuales. Se trata de un pequeño juguete, tanto por dificultad como por duración, y es ideal para iniciarse. Es uno de esos barrancos a descender a principios de temporada, pero este año los caudales están aguantando y gracias a ello hemos podido disfrutar del descenso en un soleado y caluroso día de finales de junio. Eso sí, con el agua helada...
Para la aproximación tomaremos como referencia la ciudad de Berga. Saldremos de ella por la carretera C-16 en dirección a Puigcerdà, y tras unos dieciséis kilómetros y pasado un túnel, nos desviaremos a la izquierda en dirección a Vallcebre (ctra. B-400). Siguiendo las indicaciones hacia esta población, unos kilómetros más allá volveremos a desviarnos a la izquierda, y no tardaremos en llegar a Vallcebre. La carretera se convierte en calle principal, y después de atravesar el pueblo, en una pista asfaltada que empieza a ascender. Ignoraremos algunos desvíos a ambos lados de la pista, y no tardaremos en ver la grieta que vamos a descender a nuestra izquierda (foto). A ese mismo lado, encontraremos un buzón de madera con el cartel "Cal Parro". Aparcaremos el coche cerca de este punto, y ya a pie subiremos por la carretera hasta superar un collado y llegar a unos prados. A la izquierda, veremos el cauce de nuestro río y la brecha en la que se inicia el descenso. Aquí podríamos dejar un segundo coche, pero no es necesario.
El barranco presenta una gran continuidad y un interés sostenido, sin tramos intermedios. Eso sí, lo idóneo es cogerlo con el caudal adecuado, que lo hace más divertido y permite hacer incluso algún salto. No tiene ninguna dificultad reseñable, y también es una buena opción como descenso hivernal, helado (cosa que, por cierto, tengo pendiente). Nada más empezar, encontramos un rápel de unos 10 metros, y en su base, una pequeña cueva formada por varios bloques de roca. Antes se descendía por ella -era un paso interesante-, para rapelar desde el agujero de salida hasta la base de la cascada. Hoy en día, alguien ha desequipado ese paso, y la única opción es rapelar desde la derecha, por fuera del agua, unos 18 metros. Esto tiene el peligro añadido de que la longitud de las cuerdas que recomendaban las reseñas hasta ahora ya no es suficiente.
Recogeremos la cuerda y, sin solución de continuidad, instalaremos un nuevo rápel, de 12 metros. La salida forma un balcón con buenas vistas de todo el valle, y la base, una poza que invita a bañarse.
Continuamos y tras otro rápel de unos 10 metros, sortearemos un caos de bloques con un par de pequeños rápeles, el segundo de ellos evitable.
El barranco se estrecha un poco, y bajamos una sucesión de rápeles de entre 8 y 11 metros. Encontraremos también una cueva, y un bloque empotrado.
Encaramos ya el final del descenso, en un tramo con pequeños rápeles, resaltes y, con este caudal, varios saltos.
Superado todo esto, encontraremos unas primeras escaleras de piedra a la izquierda del cauce, y pocos metros más allá, otras. Estas últimas conducen a un puente y una pista, que por la izquierda nos lleva a la pista asfaltada en la que hemos dejado el coche.
El barranco es lo suficientemente corto como ocupar la mañana y luego pasar la tarde de relax, tal y como habíamos previsto. Aún así, si se quiere completar el día, puede combinarse con el vecino Pas de l'Escalell.
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