sábado, 29 de mayo de 2010

RIOU DE LA BOLLÈNE

Para el segundo día en los Alpes Marítimos, habíamos previsto dos descensos: la Bollène e Imberguet. Teníamos la ilusión de encontrar el primero también con aguas vivas, como la Maglia el día anterior, pero una vez dentro comprobamos que su caudal, aunque alegre, era normal. La Bollène es otro de los descensos clásicos de la zona, aunque debo decir que guardaba mejor recuerdo del que me llevo en esta ocasión. Ya se sabe que la memoria es selectiva... Tiene muchos saltos y algunos toboganes realmente espectaculares, pero también algunos tramos de río abierto sin interés.

El barranco está junto al pequeño pueblo de La Bollène-Vésubie, y es recomendable realizar combinación de coches para su descenso. Saliendo de su casco urbano, para dejar el primero descenderemos por la carretera D70 y al llegar al cruce con la D2565 giraremos a la izquierda en dirección a Lantosque. A unos 400 metros, encontraremos a la izquierda una pequeña área de descanso separada de la carretera por unos setos. Aquí dejaremos el primer coche, y con el segundo retrocederemos de nuevo hasta La Bollène-Vésubie, lo atravesaremos y continuaremos carretera D70 arriba, en dirección al Col de Turini. Después de pasar un túnel, en una curva a la izquierda encontraremos un pequeño mirador con una mesa, bancos y carteles indicativos. Aparcaremos donde podamos, y ya a pie tomaremos el sendero balizado que conduce en 15 minutos a la entrada del descenso.














Una vez equipados y en marcha, progresaremos por un cauce que alterna zonas abiertas con pequeños estrechos. Nada más empezar, avanzaremos saltando y destrepando pequeñas cascadas en una zona abierta por la que caminaremos bastante.















Llegaremos a un primer estrecho bastante característico, con un buen salto y un pequeño rápel a continuación. Tras él, es difícil ser exhaustivo en la narración y entrar en detalles, porque realizaremos multitud de saltos y algunos pequeños rápeles, y el cauce se estrecha y se abre alternativamente.


































Sin embargo, pasaremos por algunos puntos característicos que merece la pena destacar. El primero que encontraremos es un tobogán de unos 15 metros, con una recepción en giro a la izquierda no muy limpia y en el que podríamos tener algún problema con caudal alto.















Más adelante, los puntos clave del descenso son sin duda alguna dos toboganes muy verticales, de 11 y 20 metros. Si el
primero impresiona un poco por su verticalidad, el segundo lo hace por su altura y la falta de visión de la recepción. Ambos pueden rapelarse si no se ven claros, pero merecen mucho la pena...


















Tras ellos, continuaremos con algunas cascadas más, a rapelar o saltar según decidamos en muchos casos, y un bonito estrecho final con un rápel de 9 metros a través de un agujero, muy estético, que también puede sustituirse por un salto técnico, con una recepción estrecha en la que hay que apuntar bien.






































Después de las últimas dificultades, el cauce se abre y veremos a la derecha el poste que indica el inicio del sendero de retorno. Llegar al aparcamiento de salida y al coche nos llevará una media hora.
Si sólo se dispone de un vehículo, debe dejarse en el aparcamiento superior. Una vez finalizado el descenso, tomaremos el sendero de retorno; al poco, sin embargo, nos desviaremos a la derecha por un sendero balizado con un poste que asciende por la ladera, y lleva al pueblo de Bollène-Vésubie. Una vez en él sólo nos quedará subir por la carretera hasta el coche.

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