lunes, 8 de octubre de 2007

SANT GILI Y RIU FRED

Este fin de semana pasado ya tocaba enfundarse el neopreno. Como sólo disponíamos del domingo, y no apetecía conducir hasta el Pirineo de Huesca y volver en el mismo día, decidimos descender algún barranco más cercano. El escogido fue el barranco de Sant Gili, y en función del caudal, su continuación a través del Riu Fred y la Ribera Salada.

Una vez en la zona, dejamos el primer coche en el Pont del Clop, punto de salida de la Ribera Salada. Pudimos comprobar in situ que llevaba agua, y limpia, pero sin demasiadas alegrías. Con el segundo vehículo, subimos hasta Montpol, dejando el coche junto a una masía y la carretera: el acceso debe iniciarse aquí salvo que tengamos un 4x4, porque la pista que lleva a Mas Roquer y al cauce está en mal estado y no es nada recomendable para turismos.

Al llegar al barranco, lo que vemos es una vaguada labrada en el conglomerado, en la que el cauce forma un pasillo repleto de vegetación. Podremos esquivarla por una u otra orilla. Según avanzamos, el torrente se encaja progresivamente, formando tramos sinuosos y muy estrechos, aunque alternándolos con tramos más abiertos y vestidos sin ningún encanto. Los tramos encajados ganan en interés a medida que avanzamos, siendo los últimos los mejor formados y más interesantes. Eso sí: para disfrutar realmente de ellos, deberemos acertar con el caudal. En nuestro caso, lo que encontramos fueron las pozas de buena parte del recorrido llenas y limpias (gracias a las lluvias de los días previos al descenso), con el agua corriendo sólo en algún tramo, y muy débilmente. En los oscuros y el último estrecho, sin embargo, el agua desaparecía en algunas pozas, y en otras estaba sucia y maloliente.

En cuanto al equipamiento del descenso... La mayoría de las instalaciones están formadas por spits o parabolts con chapa y anillo de cordino exclusivamente, sin maillones ni anillas. Por ello, no está de más llevar material de repuesto a la hora de afrontar este descenso, por si acaso.





































Tras esto, llegamos a la confluencia con el Riu Fred, un río propiamente dicho en el que el agua corre limpia y cristalina, por un cauce estrecho y entre altas paredes de conglomerado. Igual que el Sant Gili, lo disfrutaremos de verdad si lo encontramos con caudal generoso. Si es así, en muchos tramos podremos colocarnos en posición de seguridad y dejarnos llevar por el agua, atravesando estrechos, zonas de rápidos y pequeños resaltes. Si no es así... pues nada. El caudal ayer no permitía esas alegrías, así que nos tuvimos que limitar a progresar caminando y a disfrutar de lo bonito del lugar.



Seguimos avanzando, y llegamos a Aigüesjuntes, la confluencia del Riu Fred con la Riera de Canalda. A partir de aquí, tenemos diferentes opciones. La primera es continuar el descenso, que desde este punto recibe el nombre de Ribera Salada. Ello nos llevará hasta el Pont del Clop y la carretera, lugar de salida en el que nosotros habíamos dejado el primer coche. Sin embargo, si el caudal no anuncia demasiada diversión aguas abajo (nuestro caso ayer), tenemos una segunda opción: la de abandonar el descenso y salir a la derecha, por una pista ascendente que más adelante se convierte en camino asfaltado y que nos llevará a la carretera, más o menos a medio camino entre el Pont del Clop y Montpol.

Justo antes de finalizar el Riu Fred y llegar a la pista que nos sacará de allí, en el cauce hay una tabla de medición, que nos puede servir para evaluar el caudal si nos acercamos hasta allí antes de subir a Montpol para acceder al barranco. Nuestra experiencia con ella es la siguiente:

Descenso de ayer domingo: la tabla marca 2'2, el Sant Gili seco con pozas con agua y en el Riu Fred el agua justa, limpia y corriendo, aunque en calma.

Descenso anterior, noviembre de 2005 (imágenes de la izquierda)
: la tabla marca 3'4, en el Sant Gili el agua corre, y en el Riu Fred caudal generoso, espuma, pequeñas contras y rebufos y diversión asegurada.




Más información de este descenso

Guía de descenso de cañones y barrancos. Pirineos. Eduardo Gómez y Laura Tejero, Ed. Barrabés, 2002.


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