Ayer día 7, volvimos una vez más a las faldas del Canigó, esta vez para realizar el descenso de las gorgas del Cady inferior.
El viernes, a última hora de la tarde, salimos hacia Prades, a donde llegamos... a las dos de la mañana!! La Ley de Murphy se cumplió a rajatabla y el trabajo, los despistes y las retenciones en la autopista y en la frontera nos impidieron llegar antes. Y claro... al día siguiente, nos levantamos tarde. Así, descartamos el descenso del Saint Vincent, que era el inicialmente previsto, y lo cambiamos por el Cady inferior.
El acceso ya no es el reseñado en las guías, pero lo encontramos con un poco de orientación. Nuestro amigo Oscar, vía telefónica, también nos echó un cable. Llegamos a la pasarela que cruza el cauce, nos pusimos los neoprenos, y al agua. Dos primeros toboganes y en seguida el primer rápel. Luego toboganes, rápeles, un buen salto de unos doce metros que sólo hicieron algunos, zonas de estrechos, un paso bajo unas rocas, y como fin de fiesta, el "tobogan de la mort", un divertidísimo tobogán de unos ocho metros, en curva a la derecha, que con caudal alto te lanza contra una roca, pero con el adecuado... es perfecto! Después de este juguete, sólo nos quedaba encontrar el camino que, siguiendo el río, lleva hasta el coche, cruzando el cauce varias veces a través de pasarelas.
Del descenso, nos llamó la atención la gran cantidad de pasamanos que encontramos a lo largo del recorrido, muchos bastante alejados del agua, en tramos que no nos presentaron ninguna dificultad. Además, la mayoría de las instalaciones evitan el agua. Todo ello nos lleva a pensar que los pequeños rebufos que observamos no son nada comparados con el caudal que debe llevar este cañón en pleno deshielo.
Al día siguiente, domingo, habíamos previsto ir al Llech. Sin embargo, decidimos cambiar de planes y remojarnos en la piscina del camping. De vez en cuando, hay que relajarse un poco, ¿no?
Ahí van algunas fotos del descenso:
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