Directos al grano. Varios años ya viajando a Suiza, rozándolo con la yema de los dedos y viéndolo escapar. La lluvia en 2015, el calor en 2016... y en 2018, si nos descuidamos, se nos pasa el arroz. Sin embargo, era el primer objetivo de nuestra lista para este año. Horas frente al ordenador controlando webcams, aforos y la meteo pasada, presente y futura. Horas tras el volante de la furgoneta cruzando Francia y Suiza. Y todo para plantarnos frente a la bestia el primer día de nuestro viaje, cuanto antes, para no darle la oportunidad de cubrirse de hielo, de blindarse, de volverse inexpugnable.
¡Ahí estábamos! Frente al mítico Segnes, el que para muchos es el mejor de los barrancos glaciares suizos. Había oído y leído tanto que esperaba que no me decepcionara.
ganando altura durante la aproximación |
Los primeros pasos en el Segnes me recordaron terriblemente al Vorab: una zanja de paredes oscuras, retorcidas, llenas de aristas, puentes y recovecos, con el cielo apenas a dos o tres metros por encima de tu cabeza. La sensación era de poderte largar en cualquier momento, pero poco a poco las paredes se elevaron, la luz disminuyó y la ratonera dejó de tener escapatoria. En ocasiones había que buscar el paso ¿por el agua? ¿por encima del bloque? ¿por debajo? Las paredes se estrechaban tanto que había que pasar de lado, sin mochila, y vigilando que ésta no se quedara empotrada.
El sol brillaba fuera, allí arriba, y hacía que el monstruo no pareciera tan terrible. Sin embargo, al acariciar su lomo lo encontramos terriblemente viscoso, resbaladizo. Una fina capa de hielo recubría algunas zonas, no demasiadas por suerte. Dificultaba algunas trepadas, y en uno de los rápeles nos causó algunos problemas. La grieta de salida de la poza, ya estrecha de por sí, era más estrecha aún: forrada de hielo apenas dejaba espacio para nuestros cuerpos, así que nos escurrimos por ella trantando de encajar como una pieza más en el puzzle.
agua y estrecheces para salir de la poza |
¡el sol entrando en el cañón! |
Llegamos a las cuerdas que habíamos dejado en el escape, e intuímos ya el tremendo valle glaciar en el que culmina el descenso. El punto nos indicaba que afrontábamos la parte final, la más abierta pero también la más vertical y, en esta ocasión, cubierta de hielo. Instalamos la vertical y salimos a la pared, bajando con cuidado mientras el agua arrancaba algunos cascotes de hielo de la pared y los lanzaba contra nosotros, como enfadado.
encarando el tramo más vertical del descenso |
el hielo recubre esta parte y la hace muy resbaladiza |
Andrej, entre paredes recubiertas de verglás |
Sin más problemas que lo resbaladizo de este rincón, encaramos ya la recta final del descenso. Un par de rápeles, los que se ven desde la salida del barranco, y estábamos fuera.
Asomándonos al vacío. El Segnes presenta un encajamiento asombroso y, al mismo tiempo, unas vistas impresionantes. |
¡misión cumplida! |
Me he tomado mi tiempo para responderme. Segnes es un descenso extraordinario, retorcido, y presenta esas formas increíbles que sólo el hielo, trabajando la roca durante milenios, es capaz de excavar. Además, el entorno es brutal, alpino, invernal, con ese enorme valle glaciar esperando abajo envuelto por un silencio absoluto... ¡Claro que satisfizo mis expectativas! Y sin embargo, no puedo decir que sea el mejor de los que conozco. En la opinión que cada uno de nosotros se forma de un barranco influyen muchos factores: el entorno, las condiciones del día escogido (caudal, nieve, etc.), el desarrollo de la actividad, incluso el estado de ánimo de aquel día. Todo cuenta. Y sé que es difícil nadar contra corriente, pero el único pez que no lo hace es el que está muerto. Muchos no estarán de acuerdo pero, para mí, por ahora el primero del ránking seguirá siendo el Gamchi.
Datos de interés
Fecha del descenso: 15/11/2018
Dificultad: v5 a5 VI
Acceso desde: Flims (Grisones)
Aproximación: El barranco se encuentra en el interior del dominio esquiable de Flims-Laax, y la circulación en vehículo particular por sus pistas está prohibida. Para acceder legalmente al descenso tendremos que dejar nuestro coche en la estación de los remontes mecánicos de Laax, y tomar allí el autobús que sube a Nagens, o bien subir con el telecabina. Ojo, porque ninguno de los dos está disponible todo el año. Si optamos por el autobús bajaremos en Alp Nagens, la penúltima parada, y desde allí descenderemos por una pista, unos metros más abajo, que conduce a un pequeño lago. Lo bordearemos y al fondo tomaremos un sendero. Tras un breve ascenso, bajaremos al valle glaciar cerca del final del barranco. El camino remonta por la izquierda orográfica hasta lo alto, donde sólo hay que tender a la izquierda para ir a buscar el estrecho en el que se inicia el descenso. Tiempo total, 1h 15 min.
Descenso: 4 horas según reseña.
Retorno: Tras el descenso, a la izquierda se recupera enseguida el camino de acceso. Volver a Alp Nagens nos llevará unos 30 minutos.
Rápel más largo: 60 m
Material: cuerdas 2 x 60 m, neopreno completo. Si el día es oscuro, un frontal nos irá muy bien en la zona más estrecha.
Observaciones:
- Durante la aproximación, a media subida, encontraremos un desvío que conduce directamente a la grieta, y sobre el abismo, una reunión. Esta nos permite equipar una vía de escape justo antes de la parte más vertical. Si llevamos diferentes cuerdas, dejando aquí las largas evitaremos tener que cargar con ellas durante el resto de la aproximación y la parte superior del descenso.
- Atención a las temperaturas de los días previos al descenso: la formación de hielo en el interior del barranco estrecha aún más sus paredes y puede hacer realmente dificil superar algunos pasos.
Lo mejor: descenso excepcional, laberíntico y de formas caprichosas.
Lo peor: Si la temporada empieza tarde, no habrá autobuses ni telecabinas con los que subir a Alp Nagens.
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